DE LA PSIQUIATRÍA FARMACOLÓGICA A LA PSIQUIATRÍA ORTOMOLECULAR
Por: Dr. Eduardo Cabau
Una vez más vuelvo al tema de la psiquiatría farmacológica y sus
tremendas limitaciones, tanto en sus planteamientos como en sus resultados.
Lo primero que se nos enseñó como jóvenes psiquiatras, fue a buscar
pertinazmente aquellos síntomas a los que se les pudiera agrupar en
etiquetas diagnósticas, para así finalmente, prescribir aquellas drogas
que supuestamente solucionarían los problemas etiquetados.
Es lo mismo que ocurre en la industria automovilística donde cada vez es
mas difícil encontrar un verdadero mecánico, puesto que la mayoría de los así
llamados, en realidad son montadores de piezas que han perdido la visión
global de su trabajo, contribuyendo inconscientemente al modelo de usar y
tirar.
En aquellos cinco años que pasé como residente de psiquiatría, me di
cuenta que el hospital era una máquina de curar síntomas pero no personas.
Los pacientes “no eran de nadie”, y eso probablemente, contribuía a su
confusión y desamparo. Las recaídas eran continuas y entre los métodos de
“curación” predominaban los psicofármacos. Probablemente, ni había medios, ni
conocimientos suficientes para abordar los tratamientos de una forma integral.
En síntesis:
Esos
años de residencia, me ayudaron mucho a darme cuenta de LO QUE NO HABÍA
QUE HACER
Por otro lado, estoy muy agradecido a esos años de formación, porque
pude entrar en contacto con gran cantidad de personas y dolencias, que
abarcaban todo el espectro de la psiquiatría dándome una visión real del
sufrimiento humano, dejando al descubierto nuestras limitaciones como médicos.
Quizá fue esa sensación de insatisfacción, la que espoleo en mí la
necesidad de formarme de una manera más amplia y continua, para tratar de
tener más y mejores herramientas que me permitiesen ayudar de un
modo más eficiente.
UN POCO DE HISTORIA
Antes de la introducción de los psicofármacos (a partir de los años 50),
en psiquiatría existía el modelo psicodinámico (influenciado por
las ideas de Freud) donde se explicaba la enfermedad mental como el resultado
de conflictos inconscientes en la etapa infantil. Pero poco a poco, debido al
auge de los psicofármacos (sobretodo en las décadas de los años 80 y 90), se
fue implantando el modelo biológicista donde se consideraba que los
trastornos mentales eran debidos a desequilibrios bioquímicos del cerebro.
SE PASÓ DE LA “TERAPIA DE LA PALABRA” A LA
“TERAPIA BIOLÓGICA DEL PSICOFÁRMACO”
Hoy en día el modelo de psiquiatría, teóricamente es el
psico-biológico-social, pero en la realidad práctica (con honrosas excepciones)
sigue imponiéndose el modelo puramente psicofármacologico. Esto tiene su
lógica, puesto que conviene no olvidar que la “formación” de muchos
médicos, ha estado y está, más en manos de las grandes Corporaciones
Farmacéuticas que de las Universidades.
Como he dicho, los psicofármacos experimentaron un auge sorprendente a
partir de finales de la década de los 80, y lamentablemente no se prestó
suficiente atención, ni a sus numerosos efectos secundarios, ni a su capacidad
cronificadora de las enfermedades que trataban de curar.
EL DOGMA DEL DESEQUILIBRIO QUÍMICO PARA EXPLICAR LA ENFERMEDAD
MENTAL
La industria farmacéutica creó la falsa creencia de que el cerebro, en
las diferentes enfermedades, carecía de determinadas sustancias que necesitaban ser restituidas –por fármacos–,
para solucionar los problemas diagnosticados, PERO ESO NO ES CIERTO.
No se ha demostrado por ejemplo, que en una depresión la persona carezca
de serotonina, pero lo que sí se ha verificado, es que al tomar el fármaco
antidepresivo prescrito, se altera el estado de la conciencia que se solapa con
la depresión, llegando a enmascararla.
Los psiquiatras sabemos que el alcohol desinhibe, y en muchos casos
actúa como un “fármaco”, pero ninguno de nosotros nos atreveríamos a decir que
el alcohol cura la timidez.
“numerosos estudios publicados hace más de 50 años en
prestigiosas revistas científicas, revelaban una anomalía sorprendente: en
repetidas ocasiones, las drogas psiquiátricas empeoraban la enfermedad mental y
disparaban los riesgos de daño hepático, de sobrepeso, de colesterol o de
azúcar en la sangre …“
Más adelante continúa:
“Antes del inicio del tratamiento psicofarmácologico, los pacientes
diagnosticados de esquizofrenia, depresión o cualquier otro trastorno
psiquiátrico no presentan estos famosos desequilibrios químicos. Sin embargo,
una vez que una persona inicia el tratamiento psicofarmácologico, que de una
manera u otra abre una llave en la mecánica habitual de la transmisión
neuronal, su cerebro empieza a funcionar de manera anormal“
Así pues,
MÁS
QUE CORREGIR LA QUÍMICA CEREBRAL, LO QUE HACEN LOS PSICOFÁRMACOS ES ALTERARLA
No se trata de demonizar el uso de los psicofármacos. Me he cansado de
repetir que “ni medicación
para todo, ni medicación para nada“. Fueron los primeros antipsicóticos los que
permitieron controlar (aunque no ayudar) a gran cantidad de pacientes recluidos
y aislados en instituciones manicomiales, sometidos a un régimen prácticamente
policial.
La utilización de determinados fármacos en situaciones puntuales,
pueden, –y de hecho son–, de gran ayuda en el contexto de un proceso
terapéutico; siempre y cuando se tenga en cuenta, y se informe
debidamente al paciente y/o familiares sobre los posibles efectos secundarios,
los efectos rebote (recaídas, adicción psicológica), y las probables
consecuencias de su retirada (síndrome de abstinencia).
EL PELIGRO DE LA CRONIFICACIÓN
He visto a muchos pacientes, que al efectuarles la historia clínica,
empiezan a contarme que han pasado por muchos médicos y que llevan años
tomando todo tipo de psicofármacos: hipnóticos (para dormir),
benzodiazepinas (para relajarse), antidepresivos, neurolépticos
(antipsicóticos), sales de litio (para equilibrar el estado de ánimo),
anticonvulsionantes (para la bipolaridad), etc. Son pacientes polimedicados, intoxicados y que están en
franco peligro de cronificación.
LOS
PSICOFÁRMACOS CREAN ESTADOS MENTALES ALTERADOS QUE SE SOLAPAN CON LOS
TRASTORNOS DE LOS PACIENTES
Sabemos que los psicofármacos crean estados mentales alterados que se
solapan con los trastornos de los pacientes, y estos al dejar de tomarlos, sufren los efectos de
la abstinencia, a la que confunden con una recaída, lo que a su vez justifica
la necesidad de volver a tomarlos.
Se pone así en marcha, una espiral que probablemente hará que el psiquiatra
recurra a otros fármacos, o el paciente busque a otro profesional;
quien a su vez –si no está avisado–, probará con otros fármacos … y el
triste final para el paciente, será una más que probable cronificación.
Imaginemos por un momento, que tenemos una pesadilla donde nos persiguen
para hacernos daño. Podemos hacer muchas cosas DENTRO del sueño: correr,
escondernos, luchar, gritar, llorar, etc. Pero ningún cambio de un
comportamiento a otro –dentro del sueño–, pondrá fin a la pesadilla. El único
modo de salir de un sueño, es DESPERTARSE !!
El despertar ya no constituye una parte del sueño, sino que es un
cambio a un estado completamente distinto y liberador.
LA
SOLUCIÓN NO CONSISTE EN CAMBIAR DE FÁRMACOS … SINO EN DESPERTARSE
Una vez más, conviene recordar que los médicos debemos ser acompañantes
y guías empáticos de nuestros pacientes, sin embargo se suelen quedar solos al
ser víctimas – en muchos casos con nuestra complicidad o ignorancia –, de
la creencia imperante en la sociedad del bienestar, de
que sentirse mal es inadmisible (sobretodo si el problema es mental), con
lo cual el psicofármaco es la solución más fácil e inmediata (hay fármacos
para casi todo).
EL
PSICOFÁRMACO ES UNA HERRAMIENTA IMPORTANTE, PERO NO DEBE SER
LA ÚNICA HERRAMIENTA
EL “BEST SELLER” DE LAS ETIQUETAS
Con la llegada de los psicofármacos y el “descubrimiento” de nuevos
trastornos, se fue logrando que la percepción de los psiquiatras y de la
psiquiatría, fuese más científica y por lo tanto más aceptada por el resto
de la comunidad médica. Había que dar carta de naturaleza a esa necesidad de
reivindicación y aceptación.
Para ello, se elaboró el manual Diagnóstico y Estadístico de los
trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría y su
versión europea de la Clasificación Internacional de las Enfermedades mentales
(CIE).
Los términos en que son concebidas las diferentes “etiquetas” de
estos manuales, se establecen por consenso sin basarse en pruebas, sino
en descripciones de comportamientos. Además de no ser útiles para los
diagnósticos médicos, pueden llegar a ser muy peligrosos los fármacos
propuestos para su cura.
A
día de hoy, no se ha demostrado de una manera convincente la causa genética o
biológica de ni una sola enfermedad mental. Se diagnostican “desequilibrios
químicos” a pesar de que no existen pruebas que lo confirmen
“No existen análisis de sangre o pruebas biológicas que determinen la
presencia o ausencia de la enfermedad mental, como existen para la mayoría de
las enfermedades del cuerpo“
Por otra parte, la industria farmacéutica –en ese afán por
etiquetarlo todo–, equipara rápidamente un síndrome (conjunto de síntomas) a
una enfermedad. Pero eso no es cierto (un síndrome de un ataque de pánico
no es una enfermedad).
LA PSIQUIATRÍA ORTOMOLECULAR
A principios de los años 50, la psiquiatría negaba que existiese ninguna
cura para la esquizofrenia, y fueron los doctores Abram
Hoffer y Humphry
Osmond quienes empezaron a investigar sobre la causa de la
misma, llegando a demostrar que no solo se podía controlar la enfermedad,
sino que en muchos casos, se lograba revertirla con alimentación natural no
procesada, hábitos de vida saludables y grandes dosis de vitaminas y otros
nutrientes.
En palabras del Dr. Abram Hoffer:
“El psiquiatra promedio no entrará a preguntarse qué causa la
esquizofrenia. Ellos dicen: “no lo sé”. Piensan que es bioquímica. Usan la
palabra “bioquímica” pero no entienden lo que significa, porque al dar a
alguien una droga tóxica no le están dando un tratamiento bioquímico.
Simplemente lo están envenenando”.
Posteriormente, el biólogo molecular, científico y dos veces ganador del
Premio Nobel, Linus
Pauling, hizo acto de presencia en esta historia. En 1941,
Pauling fue diagnosticado de una enfermedad renal considerada incurable, y de
la cual salió adelante con una dieta pobre en aminoácidos, y alta en vitaminas y
minerales.
En 1965 empezó a colaborar con Abram Hoffer, en los efectos bioquímicos
que las grandes dosis de vitaminas y otros nutrientes, ejercían sobre el
organismo y su capacidad curativa para todo tipo de enfermedades.
Finalmente, fue en 1968 cuando propuso el término “medicina
ortomolecular“, afirmando que:
LAS
MOLÉCULAS ADECUADAS, EN LA CONCENTRACIÓN ADECUADA, SON EL PILAR FUNDAMENTAL DE
LA SALUD
En la psiquiatría ortomolecular, se considera que las enfermedades
mentales son causadas por desequilibrios moleculares, y su tratamiento básico,
consiste en proveer al organismo de todos los nutrientes (vitaminas,
minerales, ácidos grasos esenciales, enzimas, aminoácidos, etc) necesarios en
su justa cantidad.
PARA
LOGRAR UN BUEN ESTADO DE SALUD MENTAL SE PRECISA DE UNA CORRECTA ALIMENTACIÓN,
UNA DESINTOXICACIÓN DEL CUERPO Y LA MENTE, Y UNA ARMONIZACIÓN ENERGÉTICA
El Dr. Carl Pfeiffer fue otro médico que se dedicó
al estudio de la esquizofrenia y su tratamiento. Afirmaba que “por cada
fármaco que beneficia a un paciente, hay una sustancia natural que puede
alcanzar el mismo efecto” … y … ” si hay un fármaco que puede
alterar la bioquímica del cerebro, hay una combinación de los alimentos que
pueden alcanzar el mismo resultado sin efectos secundarios“.
Os dejo este magnifico documental llamado “Alimenta tu cabeza”
donde se narran las vicisitudes del Dr. Abram Hoffer y sus colegas, en la
búsqueda de una cura para la esquizofrenia a base de megadosis de
vitaminas C y Niacina (vitamina B3).
“Los medicamentos matan porque se
inmiscuyen con las reacciones propias del organismo. Actúan como venenos. Los
animales están sanos porque comen las comidas que su especie viene consumiendo
durante miles de años. Los mejores zoológicos siguen el mismo principio. Los
seres humanos han roto esta relación modificando la comida y creando artefactos
que parecen ser comidas, donde el veneno está camuflado y es muy peligroso,
especialmente a largo plazo”
Abrahan Hoffer (Psiquiatra y bioquímico)
Nutriología Ortomolecular: Ciencia
de los micronutrientes.
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