Errores,
mentiras, mitos y falacias sobre nutrición y salud
Por: Miguel Leopoldo Alvarado Saldaña
La
obesidad y la diabetes son una plaga que crece imparable junto con diversos
efectos negativos sobre la salud. Las campañas y acciones para combatir el
sobrepeso, la obesidad y la diabetes, que se han lanzado por todo el mundo han
resultado infructuosas. Combatir el sobrepeso y prevenir la diabetes, se ha
convertido en una pesadilla interminable y sin resultados. ¿Qué estamos
haciendo mal? ¿En qué nos estamos equivocando?
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Comida chatarra en un supermercado |
En estos momentos, hasta para un experto
en nutrición y dietética, es muy difícil distinguir entre las verdades y los errores, las mentiras, los mitos y las falacias
con que nos han bombardeado, durante más de 70 años. Y más cuando éstas son sostenidas
y respaldadas por la medicina alópata y la nutriología convencional mediante la
fuerza de su asociaciones y de su influencia en los ministerios de salud de los
gobiernos, las organizaciones internaciones y los institutos de educación y las
universidades.
Sofismas sin fundamento, sin pruebas
científicas que los avalen, se elevan a un nivel de dogma de fe, que todo mundo
debe creer y aceptar sin discutir, puesto que a quien no lo hace, se le
ridiculiza, se le desacredita y en algunos casos hasta se le criminaliza.
Esas mentiras y errores que tanto daño
han causado a la salud humana en un lapso de casi 100 años, han sido impuestos
como verdades absolutas por los lobbies de la industria agroquímica, ganadera,
de la industria de los alimentos industrializados elaborados con ingredientes
refinados, de los alimentos chatarra; y de la industria médico hospitalaria
cuyos principales accionistas son grandes y poderosas corporaciones anónimas
financieras y bancarias, que extienden sus tentáculos de control en los órganos
legislativos influyendo fuertemente en las decisiones de los gobiernos.
De estos errores, mentiras, mitos y
falacias escribiré una serie de pequeños artículos con la finalidad de debatir,
rebatir y desenmascarar su falsedad y evidenciar el daño que ocasionan a la
salud de las poblaciones de todo el mundo.
A continuación menciono de manera
sintética, algunos de esos graves errores y luego en los escritos posteriores
me extenderé debatiendo con argumentos, con evidencias científicas, datos
epidemiológicos y estadísticos demostrando la falsedad de los dogmas imperantes
(y digo que solo algunos, porque se necesitaría escribir varios libros para
mencionarlos, describirlos y debatirlos
todos):
Caso
sobre las causas de la obesidad. La obesidad y la
diabetes son ocasionadas por la resistencia a la insulina. La resistencia a la
insulina causa hiperinsulinemia, incremento de peso, y diversas disfunciones
metabólicas hasta desarrollar diabetes. Según esta teoría, la obesidad y la
diabetes tienen un componente primordialmente genético que en combinación de una
ingesta excesiva de calorías y grasas causan sobrepeso, obesidad, diabetes y
las consecuentes complicaciones. Bajo esta perspectiva, la solución es reducir
la la ingesta de calorías y de grasas e incrementar el gasto calórico con
ejercicio. Según sus defensores, la epidemia de diabetes se ha incrementado
porque la gente es irresponsable y no reduce sus calorías y porque es perezosa
y no hace ejercicio. Esta errónea creencia ha producido una grave confusión y devastación
en la salud humana durante los últimos 70 años.
Caso
sobre los ácidos grasos trans. Los ácidos grasos
trans son ácidos grasos poliinsaturados industrialmente hidrogenados
(saturados) por lo que al erradicar de la alimentación los aceites sometidos a
un proceso de hidrogenación se eliminan los peligrosos ácidos grasos trans.
Esta falsa creencia ha conducido a declarar a lugares como New York, como
ciudades libres de ácidos grasos trans. Lo cual es una falsedad que ha hecho
creer al consumidor que se ha librado de los ácidos grasos trans y sus graves
repercusiones en la salud, y hace que se sigan consumiendo, sin darse cuenta,
deteriorando con ello gravemente su salud.
Caso
sobre el jarabe de maíz ¿alto en fructosa. Durante
los últimos 15 años ha habido en Estados Unidos una campaña para responsabilizar
al jarabe de maíz “alto en fructosa” como la causa principal de la resistencia
a la insulina, de la obesidad, de la diabetes y de otros problemas de salud.
Liberando de esa responsabilidad al azúcar blanco (azúcar refinado de caña). En
los últimos días esa campaña se ha acentuado en México, dirigida por la Cofepris,
por la Procuraduría del Consumidos y algunas organizaciones sociales. Este
error ha hecho creer a la gente que consumir azúcar blanca es más saludable o
menos nocivo que el consumir miel de maíz “alta en fructosa”. Siendo ésta una
trampa que hace que el consumidor siga consumiendo azúcar de caña, afectando
gravemente su salud, engordando y enfermando.
Caso
sobre la sal. Se ha responsabilizado al consumo
de sal como una de las principales causas de hipertensión y de enfermedad
cardiovascular. Eso ha dado pie a que en diversos países se prohíba colocar en
las mesas de los restaurantes saleros para que solamente cuando el cliente lo
solicite se le proporcione un salero. En México, esa medida se implantó hace
unos 10 años con un resultado nulo, pues no ha disminuido la incidencia de
hipertensión y de la enfermedad cardiovascular. Sin embargo se olvida que
durante miles de años se ha utilizado la sal para conservar alimentos y para
sazonarlos y que en ese lapso de tiempo la enfermedad cardiovascular era
prácticamente desconocida, por que los casos eran casi inexistentes. Habría que
explicar la diferencia entre la sal industrializada y refinada y la sal natural
de mar o de minas de diversas regiones del mundo.
Caso
sobre la leche y los lácteos. En los últimos años
se han escrito innumerables artículos y libros, y se han impartido numerosas
conferencias en congresos de salud y nutrición que responsabilizan al consumo
de leche y de lácteos de diversos problemas de salud. Sin embargo se olvida,
que en diversas regiones del mundo, en países árabes, europeos en la región del
Cáucaso, se ha consumido leche y lácteos durante miles de años y durante la
mayor parte de ese tiempo, la gente fue extremadamente sana. Ahora desde luego
habría que explicar la diferencia entre la leche y los lácteos utilizados en
esos países y regiones durante miles de años y la leche producida en Estados
Unidos con los métodos modernos.
Caso
sobre la carne roja. Durante cientos de miles de
años hasta hace diez mil años que se transito del paleolítico el neolítico, el
hombre fue nómada, recolector y cazador. Especialmente en la edad del hielo si
el hombre no hubiera comida carne de caza no hubiera podido subsistir,
evolucionar y llegar a ser lo que es hasta hoy. El hombre del paleolítico era
más alto, más fuerte y más esbelto que el hombre del neolítico. Se sabe que
comía tallos, raíces, huevos, algunas frutas, pescados y moluscos, pero
principalmente carne de casa. Su promedio de vida era muy bajo, pero no por
enfermedades, sino por la exposición a las inclemencias del tiempo, por
accidentes durante la caza, y por muertes producidas en acciones belicosas con rivales.
Pero quienes tenían la fortuna de sobrevivir a todo eso y alcanzar una edad
avanzada, lo hacían con salud, con vitalidad y libres de enfermedades. Habría
que analizar la diferencia entre la carne de caza de animales silvestres y
salvajes y la carne de los animales criados y engordados con los métodos
ganaderos modernos.
Sobre
la publicidad de la comida chatarra. Según este
planteamiento, la publicidad de la comida chatarra, sobre todo dirigida a los
niños es lo que engorda y enferma a la gente. Por lo tanto, la solución es
prohibir la publicidad de la comida chatarra, principalmente la dirigida a los
niños y en las horas estelares. Esta medida evitaría que la gente comida comida
refinada y tóxica. Sin embargo, obviamente no es la publicad lo que engorda y
enferma, sino la comida falsa elaborada con ingredientes refinados y aditivos
tóxicos. Pero los gobiernos tanto los neoliberales (mercantilistas o defensores
del capitalismo salvaje) como los “progresistas” (neosocialistas y populistas
que se dicen entineoliberales) solo abordan tímidamente la problemática de la
producción de comida chatarra, porque no se atreven a afectar los poderosos
intereses de la industria alimentaria.
Sobre las etiquetas de los alimentos. Este
planeamiento se ha enfocado a forzar a la industria alimentaria a modificar las
etiquetas de los alimentos advirtiendo al consumir sobre los altos contenidos
de calorías, de azúcar, de grasas y de sal. Hace algunos días en México se
aprobó una nueva ley que obliga a los industriales de los alimentos a etiquetar
sus productos con dichas advertencias, lo cual de anuncio con bombos y
platillos por parte de la organización “El Poder del Consumidor” y de algunos
legisladores, alegando que con este cambio se combatirá eficazmente la epidemia
de obesidad, sobrepeso y otras enfermedades relacionadas a la mala
alimentación. Pusieron de ejemplo a la República de Chile en donde hace algunos
años se hizo algo similar y supuestamente se obtuvo un gran éxito en el combate
a las epidemias del siglo XXI. Pero eso no es cierto, la gente no le y no les
hace caso a las etiquetas y la epidemia de obesidad y diabetes se ha continuado
incrementando en Chile de manera implacable.
También abordaré otras creencias erróneas
sobre los casos de:
Los huevos.
El aceite de oliva.
El aceite de semillas de uvas y otros
aceites poliinsaturados.
Los alimentos transgénicos.
Los complementos nutritivos.
Las plantas medicinales.